sábado, 9 de abril de 2016

Dunas












La luna de abril era de cristal viejo, y las estrellas nuevas reían en su dulzura antigua. Los ríos de plata y las dunas jóvenes se cortejaban, mientras esperaban lentamente la llegada del día. 

Las horas de cristal lento se deslizaban por los bordes de las dunas, hasta sumergirse en los ríos. En el fondo quieto, silencioso y oscuro, esperaban agazapadas. La noche creaba su propio ambiente, a espaldas de la realidad, que llegaría cuando la tierra terminase un nuevo giro sobre su eje.

La tierra sabía de las dunas, de los ríos, de las estrellas. Sabía del sol y del día.

La tierra se  mecía en su lento viaje alrededor del sol. Para ella, el viaje tenía su encanto. Un viaje en medio del frío, del silencio, pero sabiéndose acompañada por otras tierras, otras galaxias, otras constelaciones, otras estrellas. La tierra, esa noche, estaba sola, pero se sabía acompañada.

5 comentarios:

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    1. No me había dado cuenta del comentario, soy un desastre. Gracias por visitarme.

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  2. Y con lo que la hacemos sufrir, necesita hoy más que muñeca sentirse acompañada :-)

    Besos

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  3. El planeta es nuestra casa, pero parece que no nos gusta.Somos una especie rara.

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