Me gusta mecerme en la paz de los encuentros. Son
las flores de ternura las que me llevan a que otros me encuentren, y yo, como
adolescente de caderas sin formar, me dejo visitar.
Hoy me han regalado un libro de poemas, lo esperaba
con impaciencia, y al leerlo, una ligera decepción me ha impedido terminar los
veinte poemas. No importa, otros me encontrarán, y yo leeré otros poemas que se
escriben ahora, mientras golpeo mi teclado.
Recostada sobre un pino anciano, leo los libros que
escribirán otros. Es primavera, junio, y en ese instante ya intuyo la paz de
los encuentros futuros. Aquí estoy, paciente, con la fuerza que da una pequeña
mano de cinco años, porque tanta ternura me convierte en una mujer más fuerte,
y me fundo con todas las mujeres, que antes que yo, han tenido asida con
suavidad la mano de un niño.
Aquí estoy, esperando la paz de los encuentros.
Fecha del escrito 2007
Si mi vida fuera normal, que no lo es, podría poner
la fotografía del árbol al que me refiero, inconfundible para todos mis amigos
de infancia y que, además, mi hermano la tiene, pero no me la pasa. Está muy
atareado.
Otra nota de aclaración. Poco a poco, me traeré los
escritos del otro blog, lo he cerrado y ya no es público. Algunas amigas de
infancia me han pedido algún escrito, también lo han hecho personas que se han
acercado en estos tiempos a mi nuevo blog, y como apenas voy a escribir nada
nuevo, prefiero traer escritos del pasado y que por el camino he corregido un
poco/bastante.
Ahora escribo algo largo, y digo algo, porque no sé
si es una novela, o una historia, o un canto, que luego trocearé y lo
convertiré en relatos pequeños, o quizá vea que sobran casi todas las palabras
y se quede en una novela corta, muy corta. No lo sé. De momento escribo, y espero,
a partir de marzo comenazr a corregir, y pasar varios meses con la tarea
agradable de encontrar la palabra adecuada, justa, exacta, y si se presenta,
hasta pondré bien las preposiciones.
Que los dioses os sean propicios.
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