domingo, 27 de diciembre de 2015

El hijo de la montaña


Tardé casi dos años en darme cuenta de lo que ocurría. Daba igual si hablábamos o estábamos en silencio, si mostrábamos acuerdo o desacuerdo en la conversación, si nos mirábamos o evitábamos las miradas que delataban los estados de ánimo. Daba igual lo que ocurriese, entre nosotros había un río subterráneo que comunicaba nuestros lagos internos.
Tardé casi dos años en reconocer ese río, era el mismo que nos unía a mi padre y a mí.
Tengo dos recuerdos de mi padre en los que mirábamos el río y las montañas, no sé cuánto  tiempo de diferencia hay entre esos dos recuerdos. No sé si son varios años, o son dos tardes; una de primavera y la otra de otoño. En cualquier caso, en cada una de esas tardes de domingo los dos mirábamos una puesta de sol tras las montañas azules. Paseábamos en silencio, y entre los dos existía una comunicación que se debía al río que fluía entre nosotros.




Pasados los años, en una ciudad de la meseta todo acabó una tarde de junio. La tormenta primaveral dejó música en los árboles, y mientras yo caminaba hacia el tren, las moreras y las jacarandas entonaban "La feria de Scarborough", y yo tatareaba "el rastro de los gorriones sobre la nieve crestada de gris, cobija y arropa al hijo de la montaña"...



Aquella tarde vi por última vez al hijo de la montaña. Pasados los años te conocí a ti.Yo había cambiado, crecido y  viajado mucho, incluso llegué hasta las tierras de seda en las que Marco Polo descubrió la sabiduría.
Hace un año, una mañana de primavera, tras una tormenta las aceras reflejaban en el agua los edificios. Los charcos parecían espejos. Nos encontramos por casualidad y, al saludarme, en mi cabeza comenzó a sonar la música de "La feria de Scarborough".

Es posible que tú nunca llegues a saberlo, pero lo que me acerca a ti, es el río de mi infancia, el que me unía a mi padre y le cobijaba como hijo de la montaña.


Fecha del escrito: septiembre 2005

Ahora al actualizar este escrito me apetece ponerme la canción como música de fondo, a fin de cuentas, siempre que escucho esta canción me acuerdo de mi padre.

3 comentarios:

  1. Hermosas introspecciones convertidas en negra tinta y volcadas en blanco papel de rojos pinos de montaña. Me gusta la forma que tienes de escribir, con tanto derroche sin fin de metáforas.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Gracias Jesús. El problema es que si lo vuelvo a leer encuentro errores de nuevo, y así debe ser, corregir y corregir, hasta quede correcto. Gracias por tus palabras.

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