A veces, sin darte cuenta, te tropiezas con una esquina del
tiempo y terminas de rodillas en un rincón, en un rincón del tiempo, claro.
Cuando te has dado el rodillazo descubres que ese rincón
está lleno de recovecos, y no puedes taparte con recuerdos. Intentas ponerte Betadine en la
rodilla y observas que no hay cobijo para las heridas. No pasa nada, evocas
algún cántico y tampoco. Desistes.
La memoria es selectiva de una manera muy puñetera y,
llegados aquí, no tienes más remedio que escaparte con un poema.
El tiempo, que es así: blando y con esquinas.